Con todo lo vivido, Selak podría considerarse el hombre con más suerte del mundo.
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Muchas personas den el mundo se les puede considerar «suertudas» gracias a los acontecimientos positivos librados al azar que les ocurren diariamente. En contraposición, también hay varias que se les considera «mufa» por justamente lo opuesto: la mala suerte que los rodea y condena su existencia sin ninguna razón aparente.
El caso de Franme Selak, un señor croata, está dividido y sujeto a debate. Parece que tiene un radar para pararse siempre en el lugar equivocado, pero salió ileso en cada accidente que estuvo. Sin embargo, tras estar años lleno de estrés sorteando la muerte, la vida lo recompensó ganando la lotería local.
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La historia de Frane Selak
Frane Selak, un croata nacido en 1929, es conocido como una de las personas más afortunadas del mundo. Sin embargo, no fue hasta 1962 que su asombrosa capacidad para «escapar de la muerte» se hizo evidente. Ese año, en enero, el vagón del tren en el que viajaba se descarriló y cayó a un río helado. De los 17 pasajeros, Frane fue el único sobreviviente, salvándose milagrosamente.
Un año más tarde, en 1963, volvió a desafiar las estadísticas cuando la puerta del avión en el que iba se desprendió durante el vuelo. Frane fue expulsado de la aeronave, pero tuvo la fortuna de aterrizar sobre un pajar cerca de una granja, saliendo prácticamente ileso. Los otros 19 pasajeros no corrieron con la misma suerte. En 1966, la tragedia volvió a acechar: el autobús en el que viajaba se desvió de un puente y cayó al río. Cuatro personas murieron, pero Selak logró nadar hasta la orilla y salvarse una vez más.
Lo más llamativo es que, tras una vida llena de experiencias al borde de la muerte, Frane terminó coronando su suerte de una manera inesperada. En 2003, apenas dos días después de cumplir 74 años, ganó 800.000 euros en la lotería, como si el destino quisiera recompensarlo por sus incontables desventuras.
Otros golpes de suerte de Selak
En 1970 la muerte volvió a merodear por su puerta. Frane iba conduciendo con su auto cuando de repente se prendió fuego. El croata apenas tuvo treinta segundos para salir del coche antes de que este explotara. Tres años después el coche que se compró para suplir al otro heredó la marca de la muerte. En 1973 el motor de su vehículo se manchó de aceite caliente por culpa de una bomba caliente que funcionaba mal, quemando el pelo de Selak pero no su cabeza.
En 1995 fue atropellado por un colectivo cuando cruzaba una calle en Zagreb, Croacia, pero solo tuvo heridas menores. Un año después, en 1996, se salvó por muy pocos centímetros de una colisión múltiple contra un camión, saltando del vehículo a un barranco, pero salvado por un árbol que se encontraba a los pies de este.