El 2024 será recordado como uno de los años más turbulentos para el Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas de México y el mundo, que presentó golpes internos y externos, al grado de que algunos especialistas como el periodista Jesús Lemus han llegado a declarar que el grupo ya no existe.
La captura de Ismael “El Mayo” Zambada, cofundador del Cártel de Sinaloa, el 25 de julio de 2024 en Nuevo México, Estados Unidos, marcó el punto de quiebre y ha puesto en duda el futuro del grupo criminal.
Su detención desató una guerra interna entre las facciones de Los Chapitos, liderada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y La Mayiza, ahora encabezada por Ismael Zambada Sicairos, alias “Mayito Flaco”, en un intento por controlar los territorios y recursos tras la caída del veterano capo.
Zambada, detenido junto a Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo, enfrenta cargos que podrían llevarlo a la pena de muerte, según el juez Brian Cogan, del Tribunal Federal Este de Brooklyn.
La captura y traición de Los Chapitos al líder histórico del cártel, quien argumenta que fue secuestrado por Joaquín Guzmán y trasladado a EEUU contra su voluntad, no sólo generó incertidumbre, sino que provocó una ola de ajustes de cuentas, convirtiendo a México, específicamente al estado de Sinaloa, en un campo de batalla.
Desde el 9 de septiembre, cuando comenzaron los enfrentamientos abiertos entre Los Chapitos y La Mayiza, Sinaloa se ha convertido en el epicentro de una ola de violencia que ya ha dejado más de un centenar de asesinatos confirmados y múltiples enfrentamientos armados.
Ambos bandos luchan por el control de territorios estratégicos para el narcotráfico, rutas de trasiego de drogas hacia Estados Unidos y zonas de producción de fentanilo y otras drogas sintéticas.
El conflicto ha puesto en evidencia las fracturas internas del cártel y ha obligado a las autoridades a redoblar sus esfuerzos de seguridad en el estado, que también ha llevado a detenciones importantes en medio de la escalada de violencia.
Este, sin duda, ha sido el autogolpe más duro que ha recibido la organización criminal.
A lo largo de los 12 meses se realizaron operativos que resultaron en detenciones estratégicas de líderes y operadores clave, lo que ha impactado de alguna forma en las operaciones del grupo criminal.
La ofensiva del gobierno federal no se limitó a los líderes inmersos en la guerra interna entre Los Chapitos y La Mayiza, sino que incluyó la aprehensión de operadores históricos, integrantes de células internacionales y nuevos líderes que habían ganado terreno en 2024.
Entre las capturas más destacadas contra la facción de Los Chapitos, el 18 de octubre fue detenido Luis Alberto “N”, alias “El Cañas”, jefe de una célula armada del grupo en La Guamuchilera, Sinaloa. Su arresto fue realizado por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), quienes también capturaron a cinco de sus subordinados.
Durante la operación, las autoridades incautaron 524 cartuchos, dos granadas y varios vehículos. Según fuentes militares, El Cañas era mano derecha de Jorge Humberto Figueroa Benítez, alias “La Perris” o “El 27″, operador estratégico de Los Chapitos.
Otro importante arresto fue el de Mario Alexander “N”, alias “El Piyi”, el 19 de septiembre en el barrio de Santa Fe, Culiacán. Este hombre, considerado sucesor de Néstor Isidro Pérez Salas, alias “El Nini”, lideraba operaciones de seguridad para Los Chapitos.
Aunque mantenía un bajo perfil, su actividad era notoria en narcocorridos populares y fue capturado junto a seis de sus hombres armados. Sin embargo, las autoridades no lograron aprehender a Jorge Humberto Figueroa Benítez, alias “La Perris”, pese a dos operativos de gran magnitud en septiembre y octubre en Culiacán y los municipios de Navolato, Angostura y Mocorito.
En la facción de La Mayiza, Edwin Antonio Rubio López, alias “El Max” o “El Oso”, fue capturado el 21 de octubre en Culiacán tras un enfrentamiento armado que requirió el uso de helicópteros artillados. Considerado un pilar logístico para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, El Max manejaba rutas desde San Felipe, Baja California, hacia Los Ángeles.
Según documentos filtrados por Guacamaya Leaks, sus operaciones estaban ligadas a Alfonso Arzate García, alias “El Aquiles”, un líder regional del cártel en Baja California.
Asimismo, el 17 de diciembre, en un operativo realizado en Badiraguato, Sinaloa, las autoridades detuvieron a Hernán Domingo Ojeda López, alias “El Mero Mero”, identificado como tío de Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo Guzmán. Portaba un arma corta, 800.000 pesos en efectivo y fentanilo. Según reportes no oficiales, su captura se vincula a la facción de La Mayiza.
Una de las detenciones más sorpresivas fue la de Dámaso López Serrano, alias “El Mini Lic”, cuya aprehensión fue informada el 13 en diciembre de 2024 en el estado de Virginia, Estados Unidos, bajo cargos de tráfico de fentanilo.
Esta detención ocurrió mientras gozaba de libertad condicional, otorgada tras haberse declarado culpable en 2017 de narcotráfico en una corte estadounidense y convertirse en colaborador.
Tras su reciente arresto, el gobierno de México, a través de la Fiscalía General de la República (FGR), solicitó de manera inmediata su extradición con el fin de juzgarlo como autor intelectual del asesinato de Javier Valdez.
Este año el impacto del Cártel de Sinaloa trascendió fronteras, como lo demostró el desmantelamiento de una célula operativa en Barcelona, España, tras un operativo derivado del secuestro y asesinato de un colaborador de origen italiano.
Las investigaciones llevaron a la detención de 14 integrantes de la organización criminal y al hallazgo de un laboratorio clandestino dedicado a la extracción y producción de metanfetaminas.
La red transportaba droga desde México impregnada en ropa, para luego procesarla y distribuirla en Europa. Según las autoridades españolas, esta célula operaba con una “alta movilidad” y era clave en las operaciones internacionales del cártel. El caso reflejó la expansión del Cártel de Sinaloa en Europa y subrayó la complejidad logística de sus operaciones globales.
En 2024, las autoridades mexicanas intensificaron su estrategia contra el Cártel de Sinaloa, logrando decomisos sin precedentes de drogas, armas y precursores químicos.
El más revelante de éstos fue el registrado a principios de diciembre, cuando las autoridades mexicanas realizaron el aseguramiento de 1.100 kilogramos de fentanilo, una droga sintética altamente letal, en dos operativos realizados en los municipios de Guasave y Ahome.
Esta acción fue el resultado de una operación conjunta entre la Secretaría de Marina (Semar), la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), la Guardia Nacional (GN), la Sedena y la Fiscalía General de la República (FGR).
Este decomiso histórico representó un golpe severo contra el Cártel de Sinaloa, cuyo control sobre la producción y distribución de fentanilo ha sido un factor clave en sus ingresos ilícitos.
Según estimaciones oficiales, los 1.100 kilogramos de fentanilo confiscados habrían producido alrededor de 20 millones de dosis, con un valor potencial de 400 millones de dólares en mercados internacionales como Estados Unidos y Canadá.
Las autoridades indicaron que los cargamentos pertenecían a una célula criminal ligada al Cártel de los Beltrán Leyva ligada a Fausto Isidro Meza Flores, alias “Chapo Isidro”, un líder delictivo que en los últimos años ha ampliado sus operaciones.
El 2024 cerró como un año de profundo impacto para el Cártel de Sinaloa, las detenciones de figuras clave, los decomisos históricos y la fragmentación generada por la lucha entre Los Chapitos y La Mayiza han puesto en jaque la continuidad del grupo criminal.
Por otro, la violencia desatada en su lucha interna no solo ha mermado sus filas, sino que ha transformado a Sinaloa en un escenario de caos, afectando a la población civil. El Cártel de Sinaloa enfrenta ahora desafíos que podrían reconfigurar el panorama del narcotráfico en México en el 2025.