El encarecimiento de los medicamentos sigue siendo un problema grave para los adultos mayores, que muchas veces se ven obligados a interrumpir sus tratamientos o a reducir la cantidad de fármacos que consumen por no poder afrontar el costo. Según datos del Colegio de Farmacéuticos de Córdoba, en julio los precios subieron en promedio un 1,4%, aunque varios productos lo hicieron por encima del 2,2%, reforzando la tendencia de incrementos que acompañan a la inflación.
Los fármacos estacionales, como los antigripales, son los que más aumentaron en el último mes.
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Esta situación afecta a los jubilados, que en muchos casos necesitan más de un medicamento para sostener su salud. «Se ve una disminución en la posibilidad de acceder al medicamento. Por eso en las farmacias hacemos la docencia de decirles ‘no abandonen el tratamiento’ y que trate de llevar alguna alternativa que le supla lo que le han recetado», señaló Diego Miranda, vicepresidente del Colegio.
La práctica más común es sustituir el medicamento original por uno genérico de menor costo. Sin embargo, esta alternativa no siempre garantiza los mismos resultados. «Vemos que en los resultados de algunos productos de algunos laboratorios no tienen la efectividad que realmente se necesita. La efectividad de los medicamentos la mide el paciente junto al médico, no el farmacéutico. Hay casos en que el genérico no logra la misma eficacia», explicó el doctor Adolfo Moyano Crespo, vocal titular de la Junta Directiva del Consejo de Médicos de la Provincia de Córdoba (CMPC).
Riesgos de abandonar los tratamientos
La principal preocupación es que los pacientes decidan por sí mismos cuáles remedios tomar y cuáles dejar de lado. «Muchos dicen: ‘tomo tres o cuatro medicamentos, pero elijo solo dos, los más baratos o los que creo más importantes’. Ese no es un criterio válido, porque el único que puede definirlo es el médico», advirtió Moyano Crespo.
Suspender un tratamiento sin supervisión médica puede traer consecuencias serias. «Uno no toma medicamentos por placer, sino porque los necesita para tratar o curar una enfermedad. Abandonarlos significa dejar de lado ese proceso», remarcó, por su lado, Miranda.
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Ante este escenario, los médicos intentan ajustar recetas y buscar alternativas más accesibles. En muchos casos, incluso recurren a muestras médicas para garantizar la continuidad de los tratamientos. El PAMI, dentro de todo, sigue siendo un sostén importante, ya que cubre los medicamentos considerados más esenciales para sus afiliados. Esto, según indican desde el CMPC.
Sin embargo, los tratamientos de alto costo —como los oncológicos, los destinados a la osteoporosis severa o a la insuficiencia cardíaca— son casi imposibles de sostener sin la ayuda de una obra social o prepaga.
Intermediación y falta de control
A la suba de precios también se suma otro factor: la cadena de intermediación y la carga impositiva, que encarecen los medicamentos. «Hay mucha intermediación, desde droguerías hasta impuestos. Eso eleva los costos sin un control riguroso de la relación costo-beneficio», remarcó Moyano Crespo.
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El mayor problema se registra en el ámbito privado «con el que tiene bajos recursos» donde las coberturas de las prepagas no siempre incluyen todos los medicamentos, generando un choque con los pacientes.