San Lorenzo atraviesa días agitados. Tras el regreso de Marcelo Moretti de su licencia, el club recibió una notificación judicial que lo sacudió: el fondo suizo AIS Group, radicado en Luxemburgo, presentó un pedido de quiebra por un préstamo de 4 millones que data de la presidencia de Marcelo Tinelli.
El dinero ingresó en dos cuotas (2.5 millones en noviembre de 2020 y 1.5 millones en febrero de 2021) y fue destinado a gastos corrientes en plena pandemia, incluidos los contratos de los mellizos Ángel y Óscar Romero. Como garantía, la dirigencia de aquel momento cedió parte de los derechos económicos de Adolfo Gaich, vendido al CSKA de Moscú en una operación cercana a los 8.5 millones de euros.
El expediente (148/2025) tramita en la Sala C de la Cámara Comercial y está encabezado por Walter Brizuela, ex jugador y ex integrante del senior azulgrana, quien tiempo después se convirtió en representante y socio de la firma suiza.
El panorama encendió las alarmas en Boedo y reavivó recuerdos de otras situaciones límite que vivieron los grandes del fútbol argentino.
El recuerdo propio: la quiebra de San Lorenzo en los 80
La historia de San Lorenzo también tiene un antecedente doloroso. En 1984, luego del remate del Viejo Gasómetro durante la dictadura, el club sufrió su propia quiebra. Los terrenos fueron comprados por Carrefour y, desde hace años, el Ciclón lucha por regresar a su lugar de pertenencia en Avenida La Plata.
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Hoy, cuatro décadas más tarde, la palabra quiebra vuelve a estar ligada a Boedo, aunque esta vez en un contexto judicial diferente.
Boca y 1984, el año más oscuro
El Xeneize vivió una de sus peores crisis institucionales en también 1984, con deudas impagables, renuncias dirigenciales, pedidos de quiebra y hasta la Bombonera clausurada.
Ese año quedó marcado por el famoso «fibronazo«, cuando juveniles debieron salir a la cancha con camisetas cuyos números fueron escritos a mano con fibrón y betún por falta de indumentaria oficial. Los futbolistas llevaban nueve meses sin cobrar, lo que derivó en huelgas y en un escenario que rozó el remate del estadio.
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La Bombonera se salvó gracias a la intervención de un «grupo de notables«, entre ellos Carlos Heller y Julio Víctor Lajst, quienes juntaron dinero para evitar el peor final.
Racing y la frase que quedó en la historia
En marzo de 1999, Racing recibió un golpe que todavía resuena: la síndico Liliana Ripoll pronunció la frase «Racing Club Asociación Civil ha dejado de existir«, en medio de la quiebra declarada por el presidente Daniel Lalín.
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Aunque luego aclaró que no era literal, la frase quedó grabada en la memoria colectiva. El club estuvo al borde de la liquidación total, pero la movilización de los hinchas evitó la desaparición.
Al año siguiente llegó el gerenciamiento de Blanquiceleste S.A., que pese a haber logrado un título en 2001, dejó un recuerdo negativo por sus manejos financieros y deportivos. Recién en 2008 Racing recuperó su autonomía institucional.
River: de los pagarés impagos al descenso
El Millonario también conoció pedidos de quiebra. En 2008, River incumplió un pagaré de 500 mil dólares por la compra de Martín Galmarini a Tigre. El club de Victoria llevó el reclamo a la Justicia, que formalizó la solicitud.
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La deuda se sumó a una gestión plagada de desbalances bajo la presidencia de José María Aguilar y luego Daniel Passarella. Años después, la crisis económica se profundizó y derivó en el hecho más doloroso de su historia: el descenso de 2011.
Independiente y la Ley Racing como salvavidas
Tras la Sudamericana 2010, la gestión de Julio Comparada y luego la de Javier Cantero apostaron por contrataciones millonarias que dispararon la deuda. La situación terminó en el descenso de 2013.
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Tiempo después, el club volvió a estar acorralado por inhibiciones y el reclamo millonario de Gonzalo Verón. Allí apareció la Ley 25.284 (conocida como Ley Racing) que permite a los clubes con quiebra decretada seguir funcionando bajo un régimen especial de administración. Esa normativa, vigente desde 2000, evitó que Independiente quedara paralizado.