Para no perder la costumbre, tocan nuevamente el dólar y los alrededores. Valen, de entrada, algunos ejemplos sobre una economía -la argentina- muy dependiente de las divisas extranjeras que consume en cantidad y que ni por error genera en magnitudes parecidas.
Tenemos así que en junio 2025 las exportaciones totales crecieron un 10,8% y las importaciones, también totales y del mismo junio, el 35,9%, o sea, 25,1 puntos porcentuales más. Si la medida es enero-junio, esto es, el primer semestre, la diferencia ya escala a 30 puntos: da 34,6% versus un muy modesto 4%.
Obvio, en ambos lados el saldo canta déficit o, si se prefiere, pérdida de divisas creciente y de un tipo que aquí no abunda. No solo suben las importaciones. La ecuación flaquea en el frente de las exportaciones: comparadas con las de junio 2022, de hace apenas tres años, las de 2025 marcan caída del 14%.
El punto es justamente ese, que la Argentina continúa parada en un lugar donde sigue vivo, a veces coleando, el archiconocido fantasma del riesgo cambiario; es decir, los problemas que se encadenan cuando aparecen los coletazos del dólar y asoman la incertidumbre y la necesidad de cubrirse. Bastan, para el caso, los agitados movimientos de los últimos días.
Una medida de la tranquilidad son las reservas del Banco Central. Según cifras del especialista Carlos Pérez, director de la Fundación Capital que conduce Martín Redrado, las reservas brutas andan por arriba de US$ 40.000 millones y aventan cualquier riesgo de corrida cambiaria.
Pero descontado el swap con China y los encajes por los depósitos en dólares, las reservas netas, disponibles, quedan debajo de US$ 40.000 millones y ahí salta el dato al que apunta el Fondo Monetario cada vez que, como ahora, urge al BCRA a jugar un “rol más activo”. Y sube, simultáneamente, la meta que el Gobierno se compromete alcanzar, que es la manera con la que el FMI se asegura cobrar.
A caballo del susto que en los despachos del poder provocó el dólar oficial acercándose al techo de la banda cambiaria de US$ 1.450, el equipo económico de Luis Caputo desempolvó la vieja receta de subir las tasas de interés para estimular los negocios financieros en pesos y correr el centro de las expectativas. Hubo más, en medio del barullo y de los vaivenes oficiales: hubo tasas de interés mensuales del 3,2%; del 3,4% y hasta del 4%. Contrastadas con el 1,6% de los índices de precios minorista y mayorista de junio, ahí no sólo tenemos tasas de interés reales: tenemos aumentos en las tasas de interés reales.
Un dato del mercado cuenta, a propósito de este escenario, que entre diciembre de 2024 y mayo de 2025 la morosidad en los hogares subió del 2,6% al 4,5%. Y dice más todavía, como que según estudios del Banco Central la proporción de los ingresos mensuales que las familias destinan al pago de deudas llega al 18,7%. Esto es, alcanzan valores que no se repetían desde 2018.
Otro, diferente pero parecido, pone el apretón en magnitudes inquietantes, tocando los límites. Dice que los préstamos al sector privado ya representan el 81% de los depósitos del propio sector privado y para que se entienda mejor todavía, revela los montos en juego: $ 75 billones en un lado y $ 93 billones en el otro.
Queda al descubierto, ahí mismo y visiblemente, una explicación al estrés que estos días manda en los mercados, a las tormentas de alzas y bajas y a las apuestas fuertes. Se entiende: en ese mundo se gana y se pierde fuerte.
Pasa también que hablar de morosidad y de tasas de interés que superan la inflación, de deudas que se comen casi el 20% del ingreso de los hogares y de la presión del dólar es hablar, al fin, de un movimiento que va sobre la economía real y la estabilidad de la economía real. O sea, sobre un sector que no termina de consolidarse.
Último dato para este boletín: el PBI del cuarto trimestre de 2024 dejó un arrastre estadístico del 3% para el 2025, esto es, un piso del 3%. Luego, con solo crecer un 2% el PBI de este año ya habrá llegado al 5% que prometió el Gobierno.
Ficción estadística. El crecimiento económico será definitivamente crecimiento si la población lo percibe y eso se percibe, entre otras cosas, en repunte del empleo. Por ahora, los datos disponibles y de fuentes oficiales dicen que entre agosto de 2023 y abril de 2025 se perdieron 37.600 puestos de trabajo en la industria. De mayo 23 a mayo 25, fueron 92.170 en la construcción.