El presidente Javier Milei con su propio relato creó el callejón sin salida al que llevó a su gestión. Prometió terminar, usando la motosierra, con todos los vicios de la vieja casta política. Y a poco de andar demostró que esa promesa era solo relato.
No fue necesario que la oposición se uniera para complicar la gobernabilidad a Milei. Solo, motosierra en mano, y con la torpeza que ni un hachero es capaz de exihibir, fue abriendo una picada en el monte de la política talando todo lo que encontraba a su paso. El estilo Milei asumió el perfil con el que la caricatura del narco Pablo Escobar amenazaba a quienes se atravesaban en su camino. “Si te opones a mí y es necesario voy a secuestrar a tu abuelita y le voy a regalar una mascota y después que se encariñe con su mascota me voy a encargar de asesinarle la mascota para que tú y tu abuelita sufran y aprendan que conmigo no se juega”.
El éxito de la estrategia y el relato comenzó a exhibir fisuras cuando empezó a quedar en evidencia que Milei confundió el apoyo que recibió en las urnas con un cheque o pagaré en blanco con permisos para llevar adelante todo tipo de atropellos institucionales.
Agredió e insultó a todos los políticos e instituciones que expresaron algún tipo de reparo sobre su modo de ejercer el poder. Y empezó por su vicepresidenta, la mujer que él mismo eligió para que lo acompañe en la fórmula.
Mientras eso ocurría Milei seguía gozando del apoyo de la gente que prefería un presidente con discurso ofensivo y violento pero garante del desalojo de la vieja casta encarnada en el poder.
Pero luego fue el propio Milei quien cometió un error no forzado que por ahora lo tiene “set point” abajo. De lo que haga el propio Milei dependerá que el partido se ponga o no “match point” o lo que es peor. Que vayamos directo a un “championship point”.
El distanciamiento de la vicepresidenta fue la primera señal del poco afecto y respeto del presidente por las instituciones. Su actitud directamente fue el desprecio y el insulto.
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Luego vendría lo más grave. Apareció el caso $Libra, con el mismísimo Milei involucrado en primera persona en el escándalo. Cuando aún sonaban los ruidos de ese primer gran episodio que puso al desnudo el relato de Milei estalló el caso que tiene como protagonista a su hermana Karina, que de ejecutar recetas para producir tortas pasó sin escalas a la Secretaría General de la Presidencia.
A pesar del impacto de este segundo escándalo Milei no se dio por notificado y siguió con la motosierra a fondo.
Tan torpe es el presidente que sigue sin reaccionar frente al mensaje de las urnas de provincia de Buenos Aires. No solo perdió la oportunidad de poner el último clavo en el cajón del Kirchnerismo. Lo resucitó. Y es más grave aún. Con su torpeza política el presidente creó una especie de monstruo K de tres cabezas que se convirtió en el terror de los inversores y el mercado que desde el lunes 8 de septiembre no para de darle señales al presidente. Hasta los mercados le están diciendo que si quiere seguir alquilando la Casa Rosada tiene que abandonar el estilo motosierra y aprender a conjugar verbos que desconoce. Milei es el único responsable de que el país haya quedado expuesto al monstruo K de tres cabezas que integran el kirchnerismo, Kicillof y Karina, su hermana. De él y solo de él dependen las señales que debe dar antes del 26 de octubre. Si no decide poner en el mismo cajón al monstruo de 3 cabezas que se encargó de crear Argentina tendrá un fin de año difícil. Como hace 25 años. Es así. No es fácil ser presidente.