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sábado, abril 19, 2025

Dos meses al rojo vivo: el detrás de escena del adiós al cepo

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El 5 de marzo, 44 grados de térmica fulminaron a Buenos Aires. Más de 600.000 hogares ese día se habían quedado sin luz. Dentro de la residencia de Olivos sin embargo soplaba el frío polar del aire acondicionado para matizar una charla igual de caliente a la temperatura ambiente: la salida del cepo de forma anticipada a la que muchos creían o imaginaban en aquel momento. Casi igual que el viernes: nadie creyó o pensó que el Gobierno anunciaría la salida del cepo cuando todas las miradas estaban puestas en el paquete del FMI.

Aquella tarde, Javier Milei recibió a integrantes de su equipo económico. El ministro de Economía, Luis Caputo, y Santiago Bausili, presidente del Banco Central. Estaban, además, los asesores de Hacienda Federico Furiase, Martín Vauthier y Felipe Núñez.

Los economistas fueron a ver al Presidente con un informe que consistía en no más de 10 hojas A4 con gráficos y tablas que explicaban básicamente el bajo grado de monetización de la economía en términos de circulante, más depósitos en cuenta corriente, y en comparación a otros períodos recientes de crisis en la Argentina. ¿Cuál era el punto? Simular y testear si la economía estaba o no en condiciones de salir del cepo o, como dicen muchos, flexibilizar muchas de las restricciones cambiarias que había.

La reunión finalizó con el convencimiento de que se podía avanzar.

En ese momento la Argentina estaba, todavía, en plenas negociaciones con el FMI. El Gobierno no había enviado aún el DNU al Congreso para cumplir con el requisito que establece la Ley Guzmán de conseguir aprobación legislativa para pedir endeudamiento al Fondo Monetario. El Banco Central había comprado la cifra de dólares más alta en 30 días y en Wall Street se había filtrado que el paquete podía ser de US$ 20.000 millones.

Pero los tiempos y la velocidad de las negociaciones hacían que el objetivo final, adelantar la salida del cepo en vez de esperar a después de las elecciones, se demorase y enfrentara obstáculos.

En primer lugar, en febrero el Gobierno había pedido al FMI recibir un desembolso inicial equivalente al 60% del paquete (US$ 12.000 millones) y el 75% en el primero año (US$ 15.000 millones). “Esto fue uno de los motivos que atrasó el entendimiento”, contó una alta fuente que negoció con el FMI en estos meses, ya el viernes después del anuncio del Presidente por cadena nacional. “El FMI jamás había aprobado algo así”.

En segundo lugar, el Gobierno con esta decisión de ir al Fondo sabía que abría una ventana de mayor volatilidad cambiaria.

¿Por qué? Porque a los pocos días el Presidente firmaría el decreto que decía que el Gobierno usará la plata del FMI para pagar la deuda que con el Banco Central y con el propio organismo.

“Y la Ley Guzmán nos metió inestabilidad y empezamos a perder reservas. No podíamos defendernos por el hermetismo de la negociación”, contó esta alta fuente el viernes a la noche, ya exultante.

La caída de las reservas registrada en marzo, según el Gobierno, no estuvo relacionada con lo que muchos economistas señalaron como atraso cambiario sino por los ataques desde el Congreso.

Hay que decir también que el propio Gobierno dio motivos para que el mercado tuviera señales de intranquilidad y es que empezó a dar pistas de ese debate interno sobre el futuro del régimen cambiario y de que el crawling peg del 1% ya no era el futuro. Lo dijo Caputo en televisión y lo contó Clarín el 8 de marzo, antes de que saliera el DNU del FMI. La probabilidad de que se saliera del cepo antes de las elecciones ya empezaba a ser una posibilidad.

Finalmente, estaban las críticas de los economistas.

Por un lado, las de aquellos que pedían una unificación del mercado cambiario y corrección del tipo de cambio, como el ex ministro de Economía Domingo Cavallo (además de un desdoblamiento). También se sumaba ahora el economista que quizá mejor haya visto el plan Milei, que fue Ricardo Arriazu: no solo criticaba la opción de las bandas sino que habló hasta de una interna entre Milei y Caputo.

“Me dicen que hay alguna diferencia entre el Presidente, que quiere flotar y el Banco Central y Economía, que no quieren flotar. Al Presidente le gusta la flotación y al FMI le gusta la flotación. Mucho me temo que van a querer poner una flotación con banda parecida a la de 2018 y eso va a crear problemas”.

¿Habrá sido en aquella reunión de Olivos el 5 marzo o en estos meses donde quizá el Presidente estaba más convencido?

El Fondo aprobó finalmente el requerimiento de las autoridades argentinas. Y el Gobierno logró pasar el desafío en el Congreso. Pero marzo cerró con ventas de dólares por parte del Banco Central por US$ 1.156 millones, el peor mes de la gestión Milei. Los futuros subiendo y la expectativa de que el carry trade no iba más.

El Gobierno llegó a abril con la tarea por delante de firmar el acuerdo con el FMI y comenzar una etapa nueva. Para muchos otros, en cambio, el Gobierno recurría al Fondo para frenar la pérdida de reservas como sinónimo de que su programa había fracasado.

La secuencia del anuncio del viernes a la tarde de la salida del cepo y posterior aprobación del FMI tuvo una explicación, dijeron en la Casa Rosada el viernes a medianoche.

Para aprobar el giro inicial de US$ 12.000 millones el Directorio Ejecutivo necesitaba tildar dos casilleros en el to-do-list de la Argentina: el cumplimiento del equilibrio fiscal (que el Gobierno lo ha sobrecumplido en todo este período y es donde más cómodo se siente en l a mesa de negociación frente al organismo) y salir del cepo como acción prioritaria. Para lograr esto último el Gobierno tenía que anunciar que salía de los controles cambiarios antes del encuentro del Board y después del cierre de los mercados. Así fue.

Caputo dice que “la volatilidad del dólar no importa”, respecto de mañana lunes. Que no hay límite diario en la intervención del dólar si pasa los $ 1.400, que no hay acuerdo con los exportadores para que liquiden desde este lunes y tampoco temor a un overshooting inflacionario. De hecho, creen que el 3,7% de marzo está teñido de la inestabilidad por la Ley Guzmán y que hay un colchón a favor de la inflación para abril y mayo. “La inflación va a colapsar”.

El FMI meterá presión. En el Gobierno dicen que no subirán la tasa de interés, pero el Staff Report publicado el viernes es contundente: “Con la política fiscal no alcanza y hace falta una política monetaria-cambiaria para asegurarse la viabilidad del frente externo”, o sea, la acumulación de reservas. “Bajo este nuevo esquema se espera que la tasa de interés tenga un rol activo para respaldar las bandas y estimular la demanda de pesos”. ¿Se viene la suba de tasas también?

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